Tuesday, August 28, 2007

con el culo al aire

Y por ahí empezamos precisamente, por la leche. Te quemas, bueno, nada que no pueda solucionarse en casa y, -muy importante-, sin molestar a nadie, con un cartón de leche entera, desnatada o semidesnatada.

Basta sumergir la parte quemada en ella y su efecto emoliente hace el resto: calma los dolores, rebaja la inflamación de los tejidos, y teniéndola dentro se impide el contacto con el aire, lo que evita la infección.

Duermes con el culo al aire, por ejemplo, y te coges un catarro que no te deja respirar. Tranquilidad, hierve agua dos o tres minutos y añádele una cucharada de sal; "absorbes" la solución por la nariz (alguno es esto de "sorber" por la nariz tendrán más práctica que otros, también es verdad) y como nuevo.

Y si te sobra algo aprovecha para lavarte con esa mezcla los ojos que es muy buena para bajar las inflamaciones oculares.

Un asco

La naturaleza, que es muy sabia ella, ha procurado que la mayoría de los animales cuando entran en celo, sean muy poco selectivos a la hora de buscar una pareja con quien "aliviarse" de sus furores naturales.

Algunos, en cambio, como animales que somos y encima con un periodo de celo continuo, tenemos que aguantarnos el "despendole" que nos gustaría por aquello de la educación, la fidelidad, el compromiso y demás inventos de tortura que hacen llamar "respeto-a-tu-pareja".



Y digo yo que si la naturaleza nos ha hecho así por algo será, por ejemplo, esta poca selección a la hora de buscar "compañero ocasional" es la que hace que las plantas puedan engañar a los insectos haciéndoles creer que sus corolas son sus hembras, consiguiendo así que el polen pase de una a otra.